Algunos medios de izquierdas consideran que una de sus obligaciones con la sociedad es potenciar y difundir la producción y el consumo de marihuana. Este objetivo se ha marcado El Diario.es, que dedicó el número 23 de su revista trimestral al supuesto debate sobre la regulación de cannabis y, de paso, ensalazar lo maravillosa que es esta planta para fomentar una economía participativa, reactivar el mundo rural, crear nuevos materiales, etc, etc… pero sobre todo, para fumársela. El uso medicinal y, sobre todo, «recreativo» de esta planta «milenaria» (¿hay alguna que no lo sea?).
Es la enésima vez que los medios progresistas confunden la discusión sobre la despenalización de una droga con la apología del consumo. Algo que sería inconcebible con el alcohol o el tabaco. Pero fumar marihuana tiene unas connotaciones tan enrolladas … Era la «droga blanda», una hierba milenaria, algo natural, que no provoca adicción. Y lo del «uso recreativo»… genial definición. ¿Quién puede oponerse al uso recreativo de algo, ¿verdad? Alguien muy aburrido, …algún carca. Así que, a pesar de la introducción bastante ponderada del director del Diario.es, en el número de la revista predomina abrumadoramente la apología y la opinión superficial. Nadie habla de brotes psicóticos y, francamente, no creo que una doctora en derecho sea la más indicada para valorar si el cannabis cura el autismo, ni su eficacia como analgésico. Únicamente el doctor Manuel Isorna advierte del entontecimento, pérdida de memoria, fracaso escolar, accidentes, adicción y demás consecuencias de la maría.
Es descorazonador que un medio informativo consulte poco a científicos y, en cambio se conceda tanto espacio a un profesional de la divagación como Escohotado, ensayista dedicado al uso recreativo de la filosofía, o a divagar sobre la física cuántica, por ejemplo, sin saber ni cómo se resuelve una ecuación de segundo grado. Pero Escohotado tiene un gran predicamento en este asunto porque se ha metido de todo y, en mis tiempos, el más enrollado era el que más drogas había probado. Los que cuidábamos instintivamente nuestra salud nunca llegamos a tener la mente verdaderamente abierta. Nos perdimos la conexión cósmica y el viaje a Ganímedes pero, a cambio, somos capaces de resolver una ecuación de segundo grado y sabemos que la física cuántica no demuestra la existencia de las hadas. También sabemos que la creación intelectual bajo los efectos de las drogas no suele engendrar nada que valga la pena. La droga solo sirve para convencernos de lo geniales que somos. A Escohotado, además, le ha servido para darse cuenta de lo degenerados que son los comunistas y que lo mejor contra la pobreza es el liberalismo económico.
Para resumir y no seguir dando la turra, en esta revista apenas se hace mención de los efectos sobre la salud de esta esta panacea médico-recreativa. Apenas explica que intoxicarse con cannabis produce efectos irreversibles en la salud mental de las personas, especialmente cuando la intoxicación comienza en la adolescencia. Este estudio de revisión de 11 trabajos epidemiológicos sobre el consumo de cannabis en 23.000 adolescentes demuestra su relación con la depresión y el suicidio. Independientemente de patologías previas o de situaciones de marginación. El cannabis por sí solo es una causa significativa de depresión y propensión al suicidio.
El consumo de cannabis produce brotes psicóticos. Son tres veces más frecuentes en consumidores habituales y hasta cinco veces más frecuentes en consumidores de las variedades más fuertes. Estos datos proceden de este estudio en el que participaron casi un centenar de investigadores de 23 instituciones científicas. De España han participado el Hospital Clínic de Barcelona y el Gregorio Marañón.
Y hay más. Su interacción con otras drogas, el incremento del riesgo de accidentes, los efectos permanentes e irrecuperables en el desarrollo del cerebro, que recordemos que es un proceso que se alarga hasta los 21 años. Y se habla solo del THC, pero existe una gran cantidad de principios activos en la planta de los cuales no se sabe nada.
La falta de información es grave, incluso entre los profesionales de la salud. Y hay que prepararse para la creciente plaga, porque el uso del cannabis se duplica en los estados de los EEUU donde se ha legalizado (Miech et al. 2014). Así que la legalización tiene que ir acompañada de medidas preventivas e informativas que nadie parece interesado en poner en marcha. Los medios de izquierdas parecen más ocupados dando recetas para hacer galletas de maría y de los de derechas no cabe esperar mucha objetividad.
El efecto terapéutico está demostrado solo para algunas dolencias muy determinadas, para las que existen otros medicamentos alternativos, en muchos casos más eficaces, pero que no tienen defensores tan entusiastas.
La María que se cultiva tiene cada vez más THC. A raíz de la legalización de diversos preparados para uso médico, se están introduciendo supuestos medicamentos que contienen altos niveles de THC (hasta 7 gramos por paquete!), injustificables desde el punto de vista terapéutico. Muchos fabricantes han encontrado una tapadera para vender productos que son, simplemente, para colocarse y si son un poquillo adictivos, mejor.
Todo esto me recuerda el supuesto respaldo científico a las virtudes del vino, que finalmente estaba basado en opiniones y en investigaciones de poca calidad. Al final, cada vez es más evidente que el consumo moderado de vino solo sirve para perjudicarse un poco menos. Lo mejor es no perjudicarse nada.
Referencias
Meier MH, Caspi A, Ambler A, et al. Persistent cannabis users show neuropsychological decline from childhood to midlife. Proc Natl Acad Sci U S A. 2012;109(40):E2657-E2664
Miech, R. A., Johnston, L. D., O’Malley, P. M., Bachman, J. G. & Schulenberg, J. E. (2014). Monitoring the future. National surrvey results on drug use 1975–2014 (NIDA, 2014).
Moore et al. 2007. Cannabis use and risk of psychotic or affective mental health outcomes: a systematic review. The Lancet 370-9584
Volkow ND, Baler RD, Compton WM, Weiss SR. Adverse health effects of marijuana use. N Engl J Med. 2014;370(23):2219-2227.