Me he visto necesitado de buscar información sobre la meditación trascendental (MT) y, la verdad es que es poco menos que imposible encontrar en la red nada que no sean panegíricos y alabanzas. No hay manera de encontrar información objetiva en castellano sobre este asunto, probablemente porque hay demasiados intereses económicos en mantener el prestigio de la MT. Os sorprenderíais de saber la cantidad de gente que vive de eso y del mercado paranormal en general.
Uno de los más famosos propagandistas de esta panacea oriental es el mediático Dalai Lama, pero la meditación llegó a Occidente de la mano de personajes como Maharishi Mahesh Yogi, aún en activo, que te enseña este arte por una módica cantidad (2.500 $). En los 70 se anunciaba que los alumnos más avanzados eran capaces de levitar y adquirir diversos superpoderes (sidhis). Se publicaron fotos en los que se veía gente en el aire en la posición del loto, aunque en realidad estaban saltando.
R. Rabinoff, un físico que se convirtió a la MT, afirmaba que un grupo de gente meditando podía producir cambios en el entorno, disminuir el crimen, hacer crecer más los cultivos, evitar las enfermedades. Puso como ejemplo de todos estos efectos a la ciudad de Farfield, Iowa, donde un 13% de la población practicaba MT. Randi y otros escépticos comprobaron que Farfield no era diferente de las ciudades de alrededor en ninguno de esos aspectos.
El objetivo de la MT en los EEUU son las escuelas y el dinero público. Prometían, por ejemplo, erradicar la violencia en las aulas de San José (California) por unos 56 millones de $ al año y, sobre todo, buscan adeptos. Hoy en día, algunas víctimas de la MT y de gurús desaprensivos cuentan sus experiencias en diversas páginas, aunque parece que, por fortuna, pasó la época dorada de las sectas (o quizá no).
¿Efectos positivos?
Estudiar la MT con ojos críticos es una excentricidad, pero buscando buscando, algo hemos encontrado.
Hay una monografía, (Meditation, classic and contemporary perspectives, editada por D. H. Shapiro y R. N. Walsh en 1984), en la que uno encuentra cosas interesantes e inesperadas. Por ejemplo, me sorprendió comprobar que la MT no consigue bajar la frecuencia cardiaca más allá que la simple relajación. Yo pensaba que eso sí podían hacerlo.
Aunque algunos estudios modernos muestran efectos positivos en la reducción de la hipertensión, los doctores Raj Dhwarka P. y Chittaranjan A. entre otros, discuten su relevancia estadística. Cualquier técnica de relajación tiene efectos parecidos, y la predisposición de los creyentes en la meditación a implicarse activamente en el estudio constituye un sesgo importante. Los practicantes de la MT se esfuerzan en convencer a los investigadores de que funciona, mientras que la relajación no suelen tener practicantes tan proselitistas. Un metaestudio de 2004 dice que definitivamente no hay nada serio al respecto.
Un artículo de 2006 de cuatro psiquatras tailandeses no consiguen encontrar una mayor efectividad de la meditación con respecto a otras técnicas como el biofeedback o la relajación en el tratamiento de la ansiedad.
Aún más explícito es el metaestudio de Canter y Ernst sobre 107 artículos relativos al efecto de la MT sobre diferentes funciones cognitivas. La conclusión final es que no hay evidencias de tales efectos.
¿Y efectos adversos?
En el capítulo 17 de la monografía que citábamos antes (Adverse effects of transcendental meditation), L.S. Otis explica que, en su opinión, los efectos alegados por los propagandistas de la MT son consecuencia de una selección de las historias más favorables. El psicólogo describe su estudio, que parece bien hecho, con un grupo de voluntarios control que no aprendieron MT y que proporcionaron los valores de “línea base”, un grupo que fue adiestrado en MT simulada y un tercer grupo que recibieron la formación típica en el SIMS (Students International Meditation Society). También pasaron unos 800 cuestionarios a alumnos del SIMS, dividiéndolos en tres grupos: “novicios”, experimentados (realizaban un curso para ser profesores) y abandonos. Curiosamente, los meditadores con largo historial mostraban más efectos adversos que los que habían abandonado el proceso voluntariamente. Esta paradoja apunta hacia una posible conducta adictiva respecto a la MT. Ansiedad, conducta antisocial, confusión, intolerancia a los demás, dificultades para descansar… Se demostró que el número y severidad de los desórdenes estaba positivamente relacionado con el tiempo que llevaban meditando. Los efectos adversos fueron duraderos en algunos casos y algunos voluntarios tuvieron que abandonar el experimento por consejo médico.
Sus conclusiones son que no es una práctica recomendable para todo el mundo y que, en muchos casos es desaconsejable. Publicó sus resultados en 1974 en Psychology Today, pero la marea de la meditación estaba en su máximo por entonces y aquello era remar en contra. El SIMS puso fin a su colaboración con el científico y envió un carta a todos sus profesores de los EEUU atacando duramente el artículo y proporcionándoles respuestas estándar para eludir las sospechas de efectos adversos que pudieran tener los alumnos.
Pasada la marea, en 1993, Persinger publicó un estudio comparando a 221 meditadores con 860 no meditadores y encontró una gran cantidad de efectos de tipo epiléptico: percepciones no relacionadas con los sentidos, percepción de significados ocultos en estímulos intrascendentes y toda una serie de síntomas asociados a los que los psicólogos llaman “pensamiento mágico”… Su hipótesis es que estos procedimientos cognitivos potencian desórdenes de tipo epiléptico. Este investigador encuentra toda una serie de síntomas de preponderancia del hemisferio derecho en los meditadores. Experimentar “presencias” era más frecuente en mujeres, especialmente si eran zurdas. Finalmente advierte que la meditación está contraindicada en esquizotípicos, trastornos de personalidad disociada y todos los grupos que muestren un frágil concepto de sí mismos.
Así que el Dalai Lama que diga misa o recite mantras, pero la Meditación trascendental puede tener efectos secundarios perniciosos.
Contra los problemas físicos y psicológicos los resultados son pobres, y si sus efectos son tan beneficiosos no se explica la elevada tasa de abandono, que es del 35 al 70% según la fuente. Así que no parece una técnica muy poderosa y, aunque sus propagandistas tratan de ocultarlo, existen sospechas razonables sobre posibles efectos secundarios. Entonces, ¿para qué sirve? Pues hay un campo de aplicación en el que la meditación trascendental no tiene competencia: conseguir la paz mundial, evitar las catástrofes naturales, como los terremotos o las epidemias y acabar con la contaminación…¡estamos salvados!
Meditadores israelíes concentrándose para acabar con el conflicto de oriente medio. Como se puede ver, no tocan con los pies en suelo